Punto clímax para la tecnología M2M: comunicación entre máquinas sin intervención humana

Si bien en sus orígenes la comunicación Machine to Machine fue una conexión de uno-a-uno, en la actualidad constituye la base del Internet de las cosas, ofreciendo una gama ilimitada de aplicaciones en los más diversos ámbitos.

Desarrollada como tecnología de vanguardia para la estrategia militar durante la Guerra Fría, la comunicación de máquina a máquina surgió ante la necesidad de construir equipos que interactuaran entre sí para realizar acciones como guiar misiles, localizar objetivos e identificar aviones. Durante la década de los 90, el avance de esta innovación se combinó con la expansión mundial de las redes IP, lo que favoreció la creación de nuevas oportunidades de negocio al poner en contacto a clientes con empresas, de un modo más simple y rápido.

Actualmente, la sigla M2M hace referencia a la tecnología que permite la comunicación automática y el intercambio de datos entre dos o más dispositivos, tanto de forma cableada como inalámbrica, con una asistencia humana muy restringida o completamente nula. Se trata de un desarrollo cuya complejidad crece día a día, puesto que incorpora los logros de otras tecnologías de punta como Big Data, Inteligencia artificial, Machine Learning, etc. Su campo de acción es tan amplio que va desde la supervisión, control y regulación de autómatas hasta la indexación de páginas web por parte de motores de búsqueda.

Ahora bien, para que un entorno sea efectivamente del tipo M2M, debe contar al menos con los siguientes elementos:

  • Máquinas capaces de gestionar la información intercambiada entre ellas.
  • Dispositivos aptos para conectarse a máquinas remotas y comunicarse con el servidor.
  • Servidor responsable de llevar a cabo la gestión del envío y recepción de los datos.
  • Red de comunicación para el intercambio de tipo M2M.

Cabe destacar, por otro lado, que entre las distintas clases de conectividad M2M se encuentran el RFID, con un alcance de 10 metros; el Bluetooth, con una potencia de 10 a 20 metros; la WiFi, con unos 50 metros de alcance; la baja frecuencia, de unos 1.000 kilómetros aproximadamente; y tanto la red GSM como el satélite, cuyas potencias son de alcance mundial.

Evidentemente, la comunicación Machine to Machine es otro claro ejemplo de cómo los datos –este nuevo lenguaje, propio de las máquinas–, no sólo están redefiniendo la relación entre personas y objetos, sino también reconfigurando la economía a escala planetaria.